Hombre Mam, 36 años.

Fui diagnosticado el 19 de agosto del 2014. Aunque estaba siendo atendido por otros problemas de salud, era algo que no me lo esperaba. Fue difícil de asimilar, no se lo contaba a nadie por la reacción que pensé iban a tener algunas personas. Para poder tomar fuerzas y reducir el estrés que vivía al no poder decirle a nadie lo que estaba padeciendo, me aferré a mis hijos, al trabajo y no perdí de vista mi práctica religiosa.

Por situaciones laborales, en una ocasión tuve que contarles a mis superiores lo que estaba pasando en mi vida en esos momentos. Fui escuchado y hasta cierto punto sentí comprensión de su parte, pero un retiro espiritual fue lo que me ayudó más en la asimilación de lo que me estaba ocurriendo. Esa experiencia me permitió desahogarme y, gracias a ello, en su momento pude comunicarle a mi esposa lo que estaba pasando.

Mi preocupación era grande porque estaba recién diagnosticado y mi esposa estaba embarazada. Antes del parto tuve que hablar con los médicos para que hicieran todo lo posible para que el parto no fuera de riesgo y les hicieran la prueba a mi esposa y a mi hijo. Felizmente, ambos salieron negativos y así se mantienen hasta la fecha.

Nota del editor. Esta persona no tiene audio porque no autorizó a que saliera su voz.